sábado, 22 de junio de 2013

El árbol



El árbol


El árbol, tan viejo como la tierra y el agua, nació para aliviarles la carga a los dioses y para proteger con su sombra de todos los días los pasos del hombre. No está ahí para lucir la sombra ni su coposidad transparente y tranquila, está donde está porque es generoso y necesita de la compañía de alguien que lo aprecie y lo cuide del asesino  tiempo. No es fácil convivir con un mundo que lo desprecia y lo usa para el despliegue de la sombra, o para mitigar las garras del clima. No es fácil convivir así aislado del  arte y la locura del hombre. Ser árbol es una fiesta de la naturaleza del barrio; una combinación de frescos que desembocan en asombro y admiración viviente, una conversión de alma arboral para transformar el día en tarde. Toda sombra desplegada, es entonces un pequeño paraíso, un sueño del que es imposible el olvido, porque las evocaciones provienen de esa zona calidad, fresca, que nos salvó un cierto día de los cuchillos del sol… El árbol, es un viejo amigo, la salvación en un aguacero de insolaciones permanentes… (El diccionario del ocio)

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