miércoles, 6 de marzo de 2013

Chávez y la historia




Todos los días mueren millones de personas en el mundo, personas que no les aportan nada a sus países de origen. Chávez fue más allá de las sangrías de la nada y dejó su impronta en América  Latina y en el mundo. Fue más allá de lo que podía pensar el mundo de los legados de Uribe y Santos, que serán recordados sólo por los colombianos. Algunos en Venezuela, lo creían el padre de la nación, pero él sólo era un pobre hombre que luchaba por su inmortalidad. Sin embargo, desclasó el sistema político y económico del país, rebajándole la importancia al capital para pensar más en la gente. La democracia en nuestra América Latina es un cliché, un prejuicio ideológico incubado en nuestras mentes desde la niñez. Pero nadie sabe cómo es y con qué se come la bendita (maldita) democracia nuestra. Chávez quiso romper con esta peligrosa e infantil concepción política, buscó y luchó por crear un modelo hibrido entre el sistema cubano y el de la mayoría de los países latinoamericanos. Creó su propia fanaticada y quizá este fue su gran error, creerse el padre de los venezolanos, cuando lo que necesitamos es que funcione para todos el modelo democrático. Pero como los intereses de la oligarquía venezolana estaban enquistados en el poder de estado, a Chávez históricamente le tocó hacer lo que ya todo el mundo sabe: desmontar el modelo de gobierno plutocrático de nuestros vecinos para poder realizar la revolución pacífica de estos últimos 14 años de la vida política venezolana.



La mayoría de las gentes en Colombia odiaban a Chávez, incluso ahora que ya el inmortal hombre está muerto. Y la verdad es que uno no logra entender estas cosas en un país que no entiende porque los otros son diferentes a nosotros; en un país desnutrido y muerto de hambre y con problemas en la salud pública; en un país que no entiende su historia ni la democracia donde vive. Nos han enseñado a odiar lo diferente y lo que no entendemos y Chávez formaba parte de esta fenomenología. Los pobres terminan odiando lo que la prensa de los ricos les ordena odiar, sin filtros, sin comas y sin puntos apartes. Y entonces no nos escuchamos porque creemos ser portadores de la verdad, como si ésta se pudiera encapsular en los intereses ideológicos, políticos y económicos de RCN y Caracol.

Y odiamos para no creernos imbéciles y para tapar con las mentiras de los otros nuestra propia estulticia e ignorancia. Chávez no era peor que Uribe, pero era mejor y lo era porque su origen no era ni oligárquico ni del comodín de otras fortunas espúreas. Uno puede decir lo que quiera de este hombre; sin embargo su gobierno fue hechura del dolor y el abandono histórico de la gente. Hacer una revolución pacífica como la que logró Chávez, y en una época donde las aguas de las revoluciones habían bajado al nivel de los charcos, tiene el valor de una proeza extraordinaria, sobre todo en los fondos de unas estructuras solidificadas por las comodidades de los intereses sempiternos de la burguesía venezolana.

No es lo mismo continuar y defender un sistema montado en los hombros de varias generaciones de burgueses, que arriesgar el pellejo para desafiar el modelo y pretender cambiarlo. Esto fue lo que hizo Chávez en Venezuela y esto es lo que no han sido capaces de hacer los gobernantes colombianos. Por eso a Chávez lo recordará la región y el mundo, mientras a los gobernantes nuestros la historia mundial les echará tierra al terror y a la mediocridad de sus ejecutorias. 

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