sábado, 16 de marzo de 2013

Discusión sobre Memoria diaria de un condenado


 

Quiero dejar escrita esta propuesta de discusión para mis lectores. Mi hija Mely, como otros     lectores de mis libros y artículos de prensa, me reclamó después de leer “Memoria diaria de un condenado,” el por qué la asunción poética del tema de la muerte.

Sé que soy incomprendido por los optimistas, pero la literatura y la poesía no son tan hermosas como una puesta de sol. La muerte es otro tema más de la literatura como la soledad, la esperanza, la vida, el vivir…

Sabato, en “Diálogo” con Borges, le dijo a éste y a los lectores de este cerebral libro, que un escritor no estaba obligado a crear personajes buenas personas. “Ni Raskolnikov ni Julien Sorel, por citar algunos, pueden juzgarse como “buenas personas”. Casi nadie en la gran literatura.”

No sé. La confusión puede estar asociada al consumo incierto de la felicidad que nos venden todos los días los acaparadores de ilusiones. Es más fácil soñar que viajar por el territorio agreste de la realidad y la literatura.

¿Hay alguna forma bella de decir tonterías? ¿Y por eso dejarán de ser tonterías?

Las tonterías no tienen ni ocupan ningún lugar en el poema ni en la literatura. O uno escribe sobre lo sustancial o no escribe. La vida está recargada de estas liviandades para que un libro de poesía nos las esté recordando hoy. Este no es el sentido de la literatura ni el de la poesía.

Cortázar en Rayuela, para colocar un solo ejemplo, nos fotografió una esperanza descorazonada. ¿Si no fuera así tendría sentido escribir una novela o un poemario. ¿Por qué lo terrible – pregunto – no puede formar parte de la belleza poética?

Nada más quería decir estas cosas para no ahogarme en la sangre de la incomprensión literaria.

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